12.7.15

Sábado rebelde

(Texto y fotos: Laura Muñoz)



Hasta que no tengan conciencia de su fuerza, no se rebelarán, y hasta después de haberse rebelado, no serán conscientes. Este es el problema
George Orwell




El sábado arranca con rebeldía. Eje de la primera pregunta del cuestionario que, cada año, responden numerosos autores invitados a Semana Negra y que pueden leer al final de esta crónica de hoy.

¿Hay más desobediencia que cambiarse a uno mismo?


“La novela negra es la vision política y específica del mundo”
Sandrone Dazieri

Dazieri estudió cocina y Angel de la Calle quiere saber cómo se pasa de la cocina a la literatura, a lo que afirma que, realmente estudió cocina porque quería ser escritor. Pero la gesta de la pasión por la literatura surgió a sus trece años, cuando supo que, dado que los libros eran sus mejores amigos, en algún momento él se convertiría en amigo de otros personas. Para escribir es necesario tener experiencias, lo sabe y lo dice. Pensó que ser cocinero le iba a dar lo necesario: conocer gente, nuevas experiencias, dinero para mantenerse… Inmediatamente se dio cuenta del error: nada era como en las películas, mucho menos como él había imaginado fantaseando ser un James Bond sin pistola. Los lugares eran sórdidos a veces, los jefes poco amables y el trabajo aportaba cero glamour. Entendió, entonces, que para hacer cualquier trabajo creativo es necesario utilizar la cabeza y, más, el corazón. Dejó el trabajo en las cocinas después de diez años y realizó trabajos mucho menos creativos pero que le mantenían, como electricista. Tras veinticinco años consiguió hacer su sueño realidad y publicar su primera novela.
Un hecho muy importante que le marcó y que le hizo acercarse a la lectura fue participar en manifestaciones pacifistas en Italia. Ocupar casas, acompañar y ser parte de los manifestantes le ayudó a entender que la escritura es política porque, dice, cuando se habla del mundo tal y como lo ves, es un acto político.

Sandrone ubica el nacimiento y desarrollo del género negro en Italia a principios de los años noventa. No fue con la intención de ser los nuevos Agatha Christie, bromea, sino por al fin tener algo que faltaba en esa época en Italia: literatura comprometida.
La mayor parte de los escritores importantes del momento, y no es casual,  eran de izquierda y con el claro objetivo de dar voz a los mas desfavorecidos. Fue una época de la se alegra haber formado parte, un gran momento creativo. Lo mejor es que propició el intercambio de opiniones, pero tuvieron mucho éxito y se convirtió en un problema: de repente empezaron  a  vender por encima de autores estadounidenses muy reconocidos. Debían marcar la diferencia e hicieron uso de la novedad para conseguirlo: querían apasionar al lector. Desafortunadamente dejaron de impresionar, apareció la copia de autores clásicos y la mayoría de las publicaciones se convirtieron en una repetición de la repetición. Y el inevitable estancamiento.

Reconoce que hubo escritores a los que esto no le ocurrió, siguieron investigando y publicando novela negra. En el momento que aparecía el crimen, dice poco conforme, se consideraba de forma automática, dentro del género negro. No está de acuerdo ya que cree firmemente que la novela negra es “la visión política y específica del mundo”. 

Actualmente en Italia, prosigue, lo habitual entre escritores de género, es la "superproducción" y suele ver la luz una novela al mes; de ahí, en un alto porcentaje, nacen series de televisión. Le da envidia, ya que él no puede trabajar tan rápido (sonrisa). Esta situación es negativa para nuevos autores, dice, que escriben novelas excelentes pero que el público no acepta a priori, pues se han acostumbrado a los personajes ya existentes y no se abren a los nuevos con facilidad. 

Otro problema es que no existe crítica literaria específica del género y que se ocupe de los nuevos autores. Antes sí, pero se ha dejado de hablar aunque se hagan reseñas: el debate no existe.
Con su novela ha intentado proponer un canon diferente y viene a presentarla en un momento de renovación. Quiere aportar complejidad, realizar una obra con estructura de puzzle y diferentes puntos de vista además del de los protagonistas (Dante y Colomba). Quiere reflejar una justicia fragmentada, cosa que aprendió gracias a su profesión como guionista. 
“No está solo” (Alfaguara), la novela con la que Sandrone debuta en Semana Negra, ha sido adquirida para ser llevada al cine.


La reencarnación no sólo es cosa de Dios
Sergio Ramirez

Vicepresidente del gobierno de Nicaragua durante cinco años y hasta 1990, el escritor Sergio Ramirez aterriza en Semana Negra acompañado por "Sara". También es cuentista, ensayista, ejerció como político y abogado; algo (mucho) de todas sus disciplinas tienen que notarse en su literatura. Si nos ceñimos al hecho de ser abogado y teniendo en cuenta su definición básica como persona legalmente autorizada para defender derechos e intereses de un litigante en juicio, ya tenemos la primera pista para entender a su protagonista. Sara, una mujer fuerte y decidida, inmersa en un mundo de hombres. La Sara del Viejo Testamento. Esposa del patriarca Abraham. Ahí es nada.
Ramirez, a través de Sara, explora la problemática del yugo (histórico) al que la mujer se ve sometida, la trata de blancas y el exilio. Y nada más rebelde que ubicar las andanzas de sus personajes en los huecos de silencio que ha encontrado en los textos del Viejo Testamento. Los acerca al presente y muestra que, finalmente o hasta hoy, seguimos hablando e intentando poner solución a lo mismo. 


"Soy cobarde. En eso"
Berna G. Harbour

A los veinte años tuvo el primer pellizco y decidió ir al British Museum, inspirada por las escrituras "de museo" de Vargas Llosa, y sentarse a escribir. Resultó ser un desastre, así que abandonó la idea romántica de entorno. Pero la combustión resultó ser imparable, y pasados esos veinticuatro años, el motor del primer impulso seguía vivo y alimentado por la trama que, ahora sí, le perseguía. Con cuarenta y cuatro sintió la chispa definitiva. 

El mito/planteamiento de "quiero ser escritor" es, como ven, analizado desde el punto de vista de Picasso, tomando como referencia la creación de anteriores artistas. 
Es importante desligarse del primer encuentro con los admirados, que ocurra el levantarse a deshoras y escribir porque lo pide el cuerpo para tener la certeza de que sí: la descarga ha prendido y tu pluma ya es.

La escritora está en Semana Negra para presentar su última novela "Los ciervos llegan sin avisar" (RBA), mitad realidad, mitad ficción. Una historia que se colaba, constantemente, mientras escribía "Margen de error". Y una Moleskine. Apuntó esas ideas espontáneas y reincidentes, casi persecutorias. Escribió "fin" en su "margen" y recuperó el cuaderno: la historia seguía latiendo. Muy viva.

Berna conducía por una recta, un mes de julio. Esa recta y la carretera desierta. Camión fuera de la calzada, el conductor destrozado y en los estertores de la muerte, con el cuerpo roto. En ese momento, dice, sólo le pudo acompañar. acariciarlo para que sintiera que no estaba solo. Hablarle. Llamó a una ambulancia, que trasladó al accidentado, y ella siguió su camino.
Pasado el tiempo, se preguntó quién sería ese hombre, si tenía familia y si hubieran querido saber quién era ella y cómo habían sido los últimos minutos de su fallecido. Hasta ahí la realidad que da paso a la ficción: Carmen. Envuelta por la desidia de la crisis que tanto nos toca a todos. Necesita resolver un enigma del pasado. Opta por comprender sin pensar en las posibles, y duras, consecuencias.
Lean y sepan qué busca Carmen. Si lo encuentra y resuelve. Y sepan que la autora, a pesar de la curiosidad, nunca buscó a aquel hombre porque "soy cobarde. En eso".
Termina la rueda de prensa con buenas noticias: hace quince días, Berna rellenó dos páginas de una Moleskine azul. Vuelve María.

Los disparos. Cuando el sol comienza a caer. Nuestros ojos. Compartidos. Aquí.

Sandrone Dazieri
    Divididos por cero - Arturo Maciá


Cuentacuentos - Merche Medina






Secretos del arenal - Félix G. Modroño



Premios Ignotus - Rodolfo Martínez y Elia Barceló


Retrofuturismos - Elia Barceló y Noemí Sabugal



La negra rubia - Carlos Salem, Gabriela cabezón Cámara y Marcelo Luján
Gabriela C. Cámara



Y del modo que arranca La Semana, inicia el cuestionario: fuerte. Como cada año y desde hace tres. Indiscreto, cotilla, el gossipeo. Ya hablamos de pecados capitales, de los sentidos, le dimos vuelta al País de las Maravillas de Lewis Carrol. En esta XXVIII edición, rescatamos a "Los siete locos" de Arlt. ¿Se mimetizan?

Los autores invitados recibieron en sus bandejas de entrada, hace días, lo que a continuación pueden leer: 

Arlt mantiene, en “Los siete locos”, la angustia de su personaje principal de forma constante y a cada página. Obsesiona, apasiona y destruye a partes iguales. Sin descanso. Es común considerar la novela negra como germen de la maldad y cuna de lo monstruoso, no sólo en su contenido sino en el interior de sus personajes y la sordidez de los escenarios. Interrogados y sometidos a un tercer grado de siete preguntas. Siete como los locos de Arlt. Como los días de la semana. Creación y creatividad. Modo y forma. La intensidad y vehemencia que los escritores vierten en sus textos.

En Semana Negra sabemos que quieren saber. 


Si estás leyendo esto, eres uno de nuestros protagonistas. Desde el centro de operaciones, te damos las gracias de antemano por tu colaboración.
Cocinado y servido. ¡Entramos en countdown!


Ahora sí, al lío:



1.-Estados de conciencia

Hasta que no tengan conciencia de su fuerza, no se rebelarán, y hasta después de haberse rebelado, no serán conscientes. Este es el problema
George Orwell

¿Consideras necesaria cierta rebeldía en la escritura para ser considerada fuerte y de calidad? ¿La utilizas en tus textos?

1.-States of consciousness 
Do you consider it necessary to show a certain sense of rebellion in order to be considered strong and to show quality in your work. Do you use this in your texts?


Graziella Moreno: Siempre tiene que haber rebeldía, podemos llamarla en ocasiones conciencia social, pero debe estar presente. En la novela no sólo creas mundos, sino que también denuncias, expones realidades justas e injustas. Sin crítica, escribir no tendría sentido. 

José Luis Muñoz: En mi caso es evidente que sí. La novela que he publicado, " Juegos de maldad" se basa precisamente en eso, en situaciones vividas, transformadas, claro está y evidentemente noveladas, pero reales. La tan manida frase de que la realidad supera la ficción, es totalmente auténtica. En otras novelas, siempre hay un trasfondo real, aunque pueda utilizar algún elemento que no lo sea. Me baso en sentimientos, en situaciones, en personas, en gestos que he conocido. En ocasiones, construyo la trama en relación a un personaje, pero como norma general, primero pienso en la historia y después, los protagonistas y secundarios, van saliendo solos. 

Carmen Moreno: Sin rebeldía no hay arte. No sé escribir si no es desde ahí, desde la rebeldía, desde el no conformarse con nada.

María Inés Krimer: Cuando leí por primera vez “El juguete rabioso” comprobé que en ese libro había algo salvaje, una rebeldía que se corría de la norma, algo que me interesaba y no sabía bien qué era. Más tarde entendí que ese estilo incorrecto era Literatura. 

Empar Fernández: La considero conveniente, no imprescindible. Hay autores que se dedicaron únicamente a observar su tiempo y a dejar constancia de él y no por ello sus obras dejaron de tener un valor indiscutible. La rebeldía es un término difícil de definir, considero que es una opción y la utilizo “a conveniencia”, en función de la historia y de su resolución. Entendida como ejercicio de libertad personal, la empleo siempre. Pero, insisto, a mi entender el texto manda y no siempre la requiere. Como lectora me gusta encontrar algo de insubordinación en una novela.

Manuel Barea: Si por rebeldía quieres decir la necesidad de no autocopiarse constantemente para repetir fórmulas que sepas que se aceptarán con facilidad (ya sea por una minoría cercana o por una gran mayoría), sí; si quieres decir no dejarse llevar por la originalidad postiza, también. Yo no sé si la utilizo, la verdad.

Matías Castro: La rebeldía no es condición sine qua non para la gran literatura, creer lo contrario sería limitar tu capacidad de apreciación. Exigirle a un texto o a un autor que se rebele, solo por hacerlo, es buscar la pose del "intelectual disidente", una actitud esnob como una vulgar imitación de aquellos que han emprendido su propio camino con justas razones. Nunca sentí que era rebelde en lo que hacía, tampoco que haya sido conformista ni adocenado.

Juan Ramón Biedma: El primer acto de rebeldía debe ser metaliterario: renegar de lo que hemos leído, lo que hemos escrito y de lo que nos resulta fácil escribir; después, desde ahí, apostatar del resto de las ideas y de las instituciones es fácil.

Xuan Xosé Sánchez: Depende lo que s’entienda por “rebeldía”. Si ye tener l’actitú del ñeñu enrabietáu o la del adultu enfocicáu que ta escontra too porque cree qu’él ye l’únicu bonu o que’l mundu debe-y daqué, non. Si se trata de decir lo qu’un cree que ye la verdá (esto ye, les persones y el mundu), sí.

Antonio Garrido: La rebeldía es el mejor revulsivo frente al adormecimiento y la monotonía que proporciona la comodidad del oficio. El escritor que encuentra la fórmula del éxito corre el peligro de sucumbir a su tiranía, perdiendo de esa forma la oportunidad de explorar nuevos viajes emocionales a través de sus personajes. Sin embargo, a mi juicio, la rebeldía que interesa al lector es la que afecta a los comportamientos humanos, y no tanto a la técnica de escritura. Obviamente, intento ahondar cada día en esa rebeldía, que es la que logra que mis personajes sorprendan y apasionen. Buena muestra de ello es “El último paraíso”.

Alfonso Mateo-Sagasta: No sé cómo definir la rebeldía. Para mí la literatura es un acto de reflexión, de analizar el mundo que me rodea y de proponer alternativas.

Mercedes Rosende: En mi caso la búsqueda del camino literario es la búsqueda de un lenguaje propio en el que inevitablemente hay algo de rebeldía, de decisión de explorar y de romper. Me interesa plasmar lo coloquial más allá de la corrección, me gusta escribir las palabras como suenan, la síncopa de la lengua hablada.

Fernando Nuño: Si por rebeldía se puede entender la búsqueda de una voz propia y el propósito de dejarte la piel en cada frase, en mi caso roza la obsesión. Otra cosa ya es que el talento esté más o menos de mi parte.

Pere Cervantes: No hay mejor rebeldía para el lector que la que se ve crecer, aquella que se forja desde su génesis y no viene dada de manera gratuita. Ya sabemos que lo gratis no se aprecia y un personaje rebelde en su origen, por muy bien construido que esté, no tendrá el valor que tendría aquel personaje que evoluciona hacia un abismo, hacia un acto de rebeldía o hacia ese mundo que nunca ha pisado.

Guillermo Roz: Si por rebeldía se entiende cierta mirada crítica sobre el mundo en el que vivo, puede ser que lo haga en mis textos. Juego con los dilemas morales, con las situaciones imprevistas, con el devenir de la vida que nos arrastra.

Cristina Higueras: Escribir ya es en sí un acto de rebeldía porque la ficción es la válvula de escape de la realidad y la imaginación, el pasaporte a la libertad. Ahora bien: en nombre de esta libertad creativa reclamo para cada texto lo suyo, lo que necesite para ser él mismo. Igual que el cumplimiento de los cánones estilísticos o formales no implica la calidad literaria, la rebeldía  tampoco garantiza la genialidad de una obra.

David Llorente: El vehículo que sirve para contar una historia no sirve para otra. A veces una historia te exige un estilo arriesgado y otras veces la historia te pide un esquema clásico.

James Carol: I’ve never been much of a conformist. While everyone else did the sensible thing and got a job after leaving school, I was travelling around the country playing in bands and living a real hand-to-mouth existence. Non-conformity is a trait that Jefferson Winter has inherited. Winter is the son of a serial killer, a former FBI profiler. These days he works freelance, travelling the world hunting serial criminals. This is someone who definitely follows their own star.

Irene X: Considero imprescindible la rebeldía. La mala educación. La mala  lengua. Morderse la lengua sólo para hacerse sangre y  que esa sangre la refleje el poema. Un pequeño gesto de la rabia contenida en cada letra. Una partícula de grito que nos hace libres. La utilizo en mis textos, a veces la contengo, pero la considero necesaria. Por lo tanto está presente.

Francisco José Jurado: Pues sí, creo necesaria "una cierta rebeldía", como bien dices. Es más, todo escritor es básicamente un rebelde que no está de acuerdo con el mundo en el que vive, o con su porción de mundo conocido, y por ello decide cambiarlo. Como no puede cambiarlo a base de mandobles o de bombas atómicas, pues lo intenta a través de las páginas de una novela, donde se convierte en ese "Deus ex Machina" que todos hemos soñado ser alguna vez y se dedica a modelar un pequeño universo a su media.
Es decir, se necesita la rebeldía para crear. Se necesita el caos para emprender esa creación. Cierto caos interior para que la escritura alcance el nivel de potencia y calidad que deseo; bien es verdad que, en mi caso – soy un tipo muy metódico y ordenado - debe ser un caos controlable llegado el momento. De lo contrario: angustia.
Porque sólo de la metódica ordenación de ese caos (ordenación literaria, entiéndase; o sea, algo totalmente aleatorio según la voluntad del creador) puede nacer la verdadera creación. Lo no alterable por su perfección no produce nada.  
No hace falta incidir en ese lugar común que nos cuenta que en la convulsa y caótica Italia del Cuatrocento nació el Renacimiento; mientras que la siempre ordenada y tranquila Suiza – que es su vecina – sólo ha sido capaz de crear el reloj de cuco y el chocolate con leche. Bueno, y los caramelos mentolados también, no seamos cicateros.    

José María García: No es imposible una escritura fuerte y de calidad que no sea rebelde. Yo no es que "utilice"  la rebeldía: lo que haya tenido, y tenga, de rebelde se verá inevitablemente en los propios  textos. No siempre la rebeldía es una tarea muy alta. Depende de contra qué se rebele uno. 

Ignacio del Valle: En literatura no entiendo tanto de rebeldía como de riesgo, hay que ser capaz de, una vez que controlas cierta parte del oficio, continuar a la siguiente zona inexplorada, donde acechan dragones, y cuando la tengas sometida, pasar a la siguiente. No es tanto rebeldía como incertidumbre, pasión, osadía, y para ello hay que haber asimilado primero toda la tradición.

Arturo Maciá: La rebeldía, entendida como una fuente de creatividad e innovación, es un ingrediente muy útil para impulsar la evolución de cualquier disciplina artística. Quizá no sea demasiado radical ni me prodigue en exceso a la hora de aplicar esa “rebeldía literaria”, pero la considero necesaria en su justa medida. Quizá, por eso, prefiero llamarla innovación. En alguna ocasión puntal la he aplicado, aunque no creo que su aplicación sea una condición necesaria y suficiente para otorgarle a un texto los adjetivos de fuerte y de calidad.

Jose Luis Miragaya: Toda creación de algo nuevo implica algo de locura, rompe necesariamente con lo que se ha escrito hasta ese momento. Nadie quiere escribir algo que ya está escrito.

Marcelo Luján: Sí (a ambas preguntas), si la rebeldía es transgresora y esa transgresión aporta a la historia que queremos contar. En casi cualquier otra circunstancia podríamos entorpecer la relación emisor-receptor. Y esto último es una muy mala cuestión, porque faltaríamos al lector. Los autores no deberíamos olvidar nunca que escribimos para ser leídos.

Elia Barceló: Considero fundamental una medida de rebeldía para todo en la vida. No me gustan los rebaños, no soy un animal gregario y, por tanto, al escribir, casi de modo inconsciente, busco extender los límites de los géneros que uso, me gusta probar cosas que aún no se han hecho (y sé muy bien que a veces no se han hecho simplemente porque no funcionan) y ver qué pasa.
Pero no lo hago para que nadie me considere nada en concreto: muestro mi forma de ver el mundo sin más. Y como, para mí, la libertad es lo más importante que tenemos los humanos, la rebeldía es algo de lo que no puedo prescindir.

Javier Hernández: Vivimos en una sociedad domesticada. Más inerte de lo que suponemos. La rebeldía forma parte del instinto animal, de emociones no catalizadas y desencadenantes del caos que tanto asusta a las organizaciones. La literatura es un ejercicio de talento y creatividad y ambos son indisolubles con la rebeldía del autor ante el medio.

Noemí G. Sabugal: Hay una frase de Maiakovski que me gusta mucho, la que afirma que el arte no es un espejo para reflejar el mundo, sino un martillo con el que golpearlo. Ahí está la rebeldía, el deber de revelación del revés de la trama, que debe servir para desvelarnos y denunciarnos a nosotros mismos. Por eso el arte siempre ha sido tan perseguido por las dictaduras y otras locuras. Así que sí considero necesaria la rebeldía en la escritura; el mismo acto de escribir lo es, ya que se quiere proponer otra realidad o escarbar en la aparente. Pero rebeldía y calidad no son lo mismo y puede aparecer la una sin la otra e incluso al revés. En mi caso, con la escritura intento rebelarme de algún modo contra lo que me rodea. Si además en alguna ocasión acierto al hacerlo, y logro que ese texto tenga fortaleza, pues me he ganado una caña con tapa.

Paco Gómez Escribano: Depende de lo que se entienda por rebeldía. Yo creo en la rebeldía en cuanto a contenidos y en cierta parte en cómo contar la historia. De todas formas soy bastante clásico como lector, aunque como escritor intente contar cosas nuevas a mi forma, en mi estilo.

Selva Almada: Creo que los escritores debemos trabajar sobre el lenguaje incesantemente e ir a contrapelo de las modas o de lo que se supone (o supone el mercado editorial) que los lectores quieren leer. Y en este sentido sí, me interesa la literatura que se escribe desde el margen.

Santi Blasco: Por supuesto, imagina lo que puede escribir un votante convencido de don Mariano. A la segunda preguta, ¿si no para qué iba a escribir? Para decir cosas políticamente correctas ya hay demasiada gente.

Loyds: Sí, claro, considero que el artista desde cualquier rubro que actúe debe conservar siempre un estado de rebeldía frente al orden preestablecido, el artista obsecuente o alineado políticamente de cualquier lado que fuera pierde fuerza y autonomía de vuelo.

Jorge Yaco: Legué a la escritura hace pocos años y llevo mas de medio siglo de militancia.Mi gran trabajo fue quitarle prosa política a los textos e ingresar al universo y a la estética de la narrativa.A pesar de todo las cenizas del combate diario brotan  a cada momento. 

Luis García Jambrina: La rebeldía siempre es necesaria, tanto en la vida como en la literatura. Escribir ficción es, ya de entrada, una forma de rebelarse contra la realidad, de enmendarle la plana, vaya. En mis textos, procuro rebelarme contra las convenciones literarias, los tópicos, los lugares comunes, las tramas previsibles, los personajes planos, los interpretaciones unívocas… Mis personajes transgreden las normas y pagan por ello. Por otra parte, no me gusta que me encasillen; de modo que, por lo general, procuro que cada libro sea muy diferente al anterior, aunque con ello desconcierte al lector.

Tatiana Goransky: ¿Rebeldía? No, no necesariamente. Libertad, seguro. Trato de evitar dos cosas: la comodidad (trampa de la propia formación profesional) y el pensar en los lectores amigos o familiares. Al menos al principio. En un comienzo está el texto, puro y despojado de todo prejuicio (propio o ajeno). Después, lo demás.

Rodolfo Santullo: No es algo que me haya puesto a pensar demasiado, pero a priori diría que no. Al menos no la rebeldía entendida como esa constante de rebelarse ante las formas y las estructuras por el mero hecho de rebelarse. Ese "yo escribo así y chau" que me suena bastante más a escritor autocomplaciente o inmaduro que a rebelde. La rebeldía inherente que pueda tener cualquier escritor y por tanto aplicarla a un texto es eso mismo, inherente. La tendrá o no y por tanto la utilizará o no, pero no es opcional creo yo.

Félix G. Modroño: Por supuesto, siempre y cuando se considere rebeldía como cuestionamiento del orden establecido, de los cánones, de los tabúes... Para poder aportar algo nuevo, es necesario que un escritor explore en conductas ajenas, pero sobre todo en sí mismo. Plasmar en sus textos esa búsqueda personal conlleva la complicidad con el lector.

Juana Salabert: La rebeldía es, en cierto modo, un elemento mismo de "toda" escritura. Ahora bien, yo jamás escribo al dictado del "qué dirán" ni para que me "consideren" (¿quiénes?) esto o aquello. Visto como va el mundo, incluido el de las letras, las docilidades y aceptaciones acríticas resultan necias además de peligrosas, ciertamente.

David Barreiro: La verdad es que no. Ni en la forma ni en el contenido. La escritura o, más bien, la literatura, ofrece una visión del mundo, nos ayuda a entenderlo. ¿Ha de ser esta visión rebelde? No siempre. No soy rebelde en mis textos, mis personajes no lo son, ya que pierden siempre las batallas. Debe de ser que se parecen  mí más de lo que me gustaría.


Alexis Ravelo: Por supuesto. Escribir es hacerse preguntas sobre el mundo. Y hacerse preguntas sobre el mundo es cuestionarlo, adoptar una postura crítica hacia él, no quedarse con las explicaciones convencionales. 





Esto es la Semana Negra... ¡y sigue!