8.6.10

La contundencia de la palabra: Jesús Lens Espinosa de los Monteros

Lo que más me gusta de Semana Negra, algo que vengo sintiendo desde que, recién iniciado el siglo, fui por primera vez a la ciudad de Gijón, es que las palabras, allí, son más fuertes, se pronuncian más alto y con más claridad. En Semana Negra, las palabras son más contundentes.

Acostumbrados a la retórica hueca y vacía, a la cháchara inane e incesante que nos mantienen hastiados y sitiados la mayor parte del año, las charlas, presentaciones, mesas redondas y encuentros que se propician en uno de los Festivales Culturales más importantes de Europa suponen no sólo una imprescindible bocanada de aire fresco, sino una inyección de creatividad, un subidón de adrenalina intelectual y un chute de endorfinas literarias que te activan, te sacuden, te espolean y te rejuvenecen.

No sé si alguien llevará la estadística de los proyectos literarios y culturales que, nacidos al calor de Semana Negra, se han visto cristalizados, meses o años después, en forma de libros, revistas, tebeos, fotografías, vídeos, jornadas culturales, encuentros, conferencias y un etcétera tan largo como tu imaginación te permita vislumbrar.

En concreto, el libro de cine y viajes que publicamos con la editorial ALMED Francisco Ortiz y un servidor, el pasado año, nació en una conversación en la terraza del hotel Don Manuel, con una lista de películas anotada en el típico cuaderno de tapas negras que solemos llevar encima y que, al finalizar Semana Negra, queda lleno de citas, referencias, títulos, ideas, sugerencias, reflexiones, apuntes, anotaciones, bocetos, nombres, e-mails y números de móvil.

Porque el encuentro literario de Gijón, más que Tormentas de Ideas, genera Huracanes de Sensaciones. Y todo ello a base de fotografías, tebeos, películas, música, circo, pulpo cocido y costillas braseadas. Y, sobre todo, a base de palabras. Palabras oportunas, adecuadas, justas y necesarias, la mayor parte de las veces. Palabras que resuenan alto y claro y que, por tanto, llegan, calan e impregnan al oyente. Palabras que, fuera de Semana Negra, apenas se escuchan, masculladas y confidenciales, mientras que en Gijón se pronuncian sin miedo, con luz taquígrafos, micrófonos y altavoces. Palabras como “compromiso”, “libertad”, “justicia” o “verdad”. Y similares.

Y “diversión”. No nos olvidemos de la diversión. Porque la seriedad no tiene que ir de la mano del aburrimiento igual que la calidad no ha de vestirse de diseño o pajarita.

Sea Negra como el alma de los corruptos o Roja como la sangre de los muertos de ficción, la Semana que viene durando diez agitados y tempestuosos días de julio, desde hace veintidós años, se apresta a levantar nuevamente el telón. No es de extrañar, por tanto, que todos los semaneros andemos excitados, nerviosos, expectantes… Porque llega la Semana Negra. La número 23. Y nos gusta.